jueves, 7 de enero de 2016

¿He vuelto?

     Os diría nuevamente que estoy de vuelta, que voy a ser más constante y que prometo publicar nuevas entradas periódicamente pero ¿para qué mentir? Siento mucho estas idas y venidas, no me gusta dejar las cosas a medias y ahora podría plagar la entrada con numerosas excusas que os serían indiferentes, pero el caso es el siguiente: Como todos tengo una vida, soy estudiante, tengo amigos y familia y eso son cosas primordiales.
     Por tanto no, no sé cuándo será la próxima vez que vuelva a escribir, os diría con certeza que tengo cosas escritas que podría subir pero quién sabe si va a suceder así o no.
Sólo disculparme por estas desapariciones, aunque no sé para quiénes me disculpo ni si realmente a alguien le importa lo más mínimo, pero creo que es lo correcto.
     Realmente escribir me llena, sea para publicarlo, para mis amigos o para guardarlo nuevamente en hojas de cuaderno que no verán la luz. Por eso y por el momento, trataré de sacar el máximo tiempo que tenga para al menos escribir los fines de semana. Pero lo dicho, no prometo nada.
     Espero que hayáis disfrutado con lo publicado hasta el momento y que pronto pueda daros mucho más para leer y así ir mejorando poco a poco.
     Y por cierto, sigo esperando poder leer vuestras opiniones, no muerdo.

Al filo del oro

     Unas gotas de sudor perlaban su frene, la concentración y el esfuerzo empezaban a pasar factura a su sonrisa.

     Me queda más de medio programa y mis piernas comienzan a flaquear. Al final va a tener razón mi entrenador cuando dice que me exijo demasiado pero ¿cómo no hacerlo? Estoy a punto de cumplir mi sueño y aún si ello me cuesta los últimos alientos voy a realizar ese triple axel. Double toe, double loop , salchow y llegó la hora; tomo impulso, dejo la mente en blanco y allá voy.

     Ya no escuchaba la música, ni siquiera sentía la multitud de ojos que la observaban concentrados, o más bien desconcertados. Nadie apuesta por alguien en su primer año, no por alguien como ella, salida de la nada.

     Aterrizo, me coloco, espero a que la música acabe y saludo a los espectadores aún con la mente en otra parte cuando las ovaciones y aplausos me devuelven a la realidad haciéndolo oficial. La puntuación se muestra en la pantalla y sin creerlo colocan el oro adornando mi cuello.